Camila López, una madre de 38 años, ha enfrentado y superado el cáncer de seno en etapa tres, y ahora se convierte en un símbolo de esperanza para otros pacientes oncológicos. Su vida dio un giro inesperado en septiembre de 2022, cuando descubrió un bulto en su seno derecho. A pesar de su pequeño tamaño, decidió buscar atención médica, lo que llevó a la identificación de varios ganglios inflamados. Tras una mamografía en el hospital San Rafael en Santa Tecla, recibió la desgarradora noticia: cáncer de seno en etapa tres.

Acompañada por su hija mayor, Leidy Hernández, de 17 años, Camila recibió la noticia del diagnóstico, que describió como un golpe devastador. El tumor, que rápidamente creció al tamaño de una naranja, no se había esparcido a otros órganos. “El dolor era intenso y mi seno estaba inflamado. Mi hija fue un ángel y no me dejó sola en esos momentos difíciles”, recuerda Camila.

Inmediatamente, Camila comenzó un riguroso tratamiento que incluía ocho sesiones de quimioterapia y 15 de radioterapia a lo largo de 2023. En febrero de este año, se sometió a una cirugía para extirpar el seno, después de que el tumor había disminuido de tamaño. Actualmente, continúa su tratamiento con inyecciones de trastuzumab, un medicamento que contiene anticuerpos.

Leidy, su hija, fue un apoyo incondicional durante todo el proceso. Recuerda el día de la cirugía, cuando llegó al hospital a las 5 de la mañana y fue informada de que la operación había sido exitosa más tarde ese mismo día. “Mientras esperaba, traté de distraerme jugando un cuchubal y usé ese dinero para comprar verduras, ya que ella necesitaba una dieta adecuada para recuperarse”, narra Leidy, quien también trabaja en un comedor para ayudar a su familia.

Tras completar su tratamiento, Camila ya no presenta signos de cáncer. Vive con sus dos hijas, incluyendo a su hija menor de cuatro años, y cuenta con el apoyo de sus padres y hermanos, quienes han estado a su lado durante toda la enfermedad.

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“En mi casa hay paz, y me siento agradecida de tener a mis hijas y a mis padres que no me han dejado sola. Mi hija mayor ha sido un verdadero ángel”, expresa Camila. Antes de su diagnóstico, trabajaba en un restaurante, pero dejó su empleo debido a la enfermedad. Ahora, ha comenzado a trabajar de forma ocasional.

El padre de Camila, Mauricio López, también lucha contra la leucemia desde hace ocho años. La madre de Camila, Ana Mercedes Padilla de López, comparte un mensaje de esperanza: “Cuando ella estaba enferma, me levantaba a orar por su salud. Ahora que la veo bien, siento una inmensa alegría porque Dios la sanó”.

A pesar de las dificultades, Camila ha aprendido a valorar más a su familia y su salud. “Cada día tengo razones para no rendirme. A todas las personas que enfrentan esta enfermedad les animo a seguir luchando y a mantener la fe y la esperanza en alto”, concluye López.